5.3.10
4.3.10
La penetraba con una fuerza y bruzquedad inimaginables, mientras la golpeaba fuertemente con los puños. Ella le suplicaba que se detubiera, mientras sentía el gusto salado de sus lagrimas, bajando lenta y constantemente por sus mejillas.
Él no la oyó, y siguió golpeandola, mientras reía en voz alta.
¿Cuanto tiempo más aguantaría los golpes?
Pensó que no mucho... En ese instante, sintió una debilidad y un malestar que jamás había sentido, y supo en ese instante que el fin de su vida había llegado.
Dominique Marquand.
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